jueves, 6 de octubre de 2011

Sectores y sectarios

Venía yo trotando y mi socio en bici por los caminos de Requena cuando al llegar a las proximidades del pueblo sorprendimos a un gato caminando pausadamente. Di un ladrido y salí como un poseso en su persecución. Este, repuesto del susto, encontró refugio introduciéndose a través del tupido seto en la huerta palomar de Ceferino, hoy muy abandonada. También yo logré entrar, pero el michino se había subido a un árbol y aunque yo pretendía impresionarle con mis ladridos, el me miraba tranquilo, satisfecho de su agilidad y astucia.

Buen encuentro, pues yo desfogué mi instinto perseguidor y él el suyo como evasor. Además mi socio y yo hemos encontrado pie para largos diálogos como veréis y tal vez de forma recurrente.

Personas gatos y perros recorremos las calles, habitamos las casas y disfrutamos de patios y corrales, en una palabra que somos los habitantes que señoreamos la villa. Cada grupo o sector tenemos nuestras propias costumbres, nuestras lenguas, nuestras responsabilidades, pero convivimos y juntos estamos mejor.
La sociedad también está formada por diferentes grupos o sectores y el bien de todos es mayor que la suma del bien de las partes y el mal de un sector es mayor que el mal de ese sector pues todos se ven afectados y a todos importa ponerle remedio. El problema surge cuando miembros del sector se hacen sectarios, rechazan el todo y pretenden que todos se integren en el sector o que el sector se desintegre del todo, ya que todos han de comulgar con las mismas ideas, con la misma posición vital.
ETA y su entorno son sectarios. Se sienten poseedores de la verdad única, representantes únicos de su pueblo. El resto de la población vasca o es traidor a sus raíces, o es engañado o amorfo. Y por supuesto el todo, España, de la que hoy el País Vasco es un sector, es opresor y culpable y como ellos son la voz y voluntad del pueblo, pueden asesinar, robar, extorsionar, amedrentar y a esto le llaman la lucha por la libertad y a sus asesinos, extorsionadores, ladrones gudaris, luchadores heroicos por la libertad y si la sociedad los detiene, procesa y condena, son presos de conciencia, presos políticos.
Hoy parece que debilitados por la acción policial y rechazados mayoritariamente por su pueblo, apuestan por la acción política. Menos mal.
¿Ha dejado Bildu de ser sectaria? Ellos nos hacen ver que no cuando preconizan una “paz” sin vencedores ni vencidos o cuando consideran las justas condenas de los presos etarras como la expresión de la opresión de los estados español y francés y ¿cómo no va a ser así si sus asesinatos solo han sido la defensa de la “verdad”?
Que Bildu aparezca aún como sectaria no quiere decir que lo sea el nacionalismo. Pueden considerarse los nacionalismos, vasco, español, galés o alemán como disparates, así como los nacionalistas puedan considerar que es un disparate no sentirse enraizado en una nación concreta. Eso no impide la convivencia y el participar activamente y solidariamente en la economía, en la cultura, en el deporte...y que la razón, la palabra y el voto decidan los temas del nacionalismo.
Lo malo es el sectarismo, el sentido de la posesión en exclusiva de la verdad ya se trate de la nación, de la religión de la ideología, etc.
Y aún es peor ese torvo y fiero rostro del sectarismo, que a través del temor y de la presión arrastra a los próximos a la secta o impulsa a otros a crear sectas opuestas, que el sectarismo es una gran memez pero un bobo emboba a cientos si le dan lugar y tiempo.
Por el contrario qué maravilloso es que un pueblo haya conservado su lengua durante milenios y que la consiga revitalizar literaria y popularmente, que tenga entrañables y viejas costumbres, sus tradiciones, su cultura, que su tierra y su mar sean hermosos y fecundos que haya emprendido, extraído, transformado con esfuerzo productos tan rentables para todos, que a lo largo de los siglos haya contribuido a la amalgama de la población de España como lo manifiestan los apellidos y que en los últimos siglos haya integrado a tantos inmigrantes, que nuestra lengua tenga tanta influencia de la suya y que hayamos gozado de sus navegantes, artistas, santos, deportistas y cocineros.
Todo ello lo podemos perder por un sectarismo atroz y los sectarismos a la contra. El sectarismo es torvo, feroz, triste y feo pero sobre todo es irracional y es darle la razón caer en sectarismos opuestos.
La convivencia, el celebrar y gozar de lo bueno de lo hermoso, de lo culto, de lo deportivo, de lo culinario, tiene rostro de esperanza, tiene la sonrisa del futuro.

Y no penséis mal, nunca he lastimado a un gato. Es una presa fantástica que nunca será presa. En un pueblo de convivencia no podemos ser sectarios.

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