jueves, 21 de febrero de 2013

LAS VEGAS ESPAÑOLAS


     “Trabajo y economía es la mejor lotería”, vetusto proverbio que emancipa la mente que se hace adulta. Las Vegas, esperanzas vanas de riquezas regaladas por el azar, ¿qué te piden a cambio?... ¡tu libertad!.

      Ata tus manos esa máquina de colores, esa voz del crupier, esa ansiedad que te aleja del hogar, ese dolor que adicta tu voluntad. Nuevos horizontes se abren a la ya delictiva sociedad; luces de neón que disimulan con el acicate de “trabajo para muchos” la ruindad del negocio de unos pocos.

    El Estado sonríe con ganancias extras, autoriza spots que sonrojan nuestros ideales de recuperación. ¿Dónde nos lleva el que se supone es el garante de nuestro bienestar?

       Internet, ventana abierta a la solanera del saber que a los niños absorbe en entretenida captación de la ludopatía. Falacia del éxito ocasional que altera en los mayores las ansias adormecidas por las terapias.
       ¡Oh sonrisa ladina del empresario de estos eventos/, eriales de Alcorcón que otrora fueron alimento/, llega el proyecto decorando vuestra página solitaria/ para vaciar en ella la lascivia, los valores heredados, la ingenuidad del hedonismo perecedero/.
        Recóndito almanaque que augura nuevas “Vegas”, nuevo desorden social. El tabaco mata se nos ha dicho; ¿por qué autorizarlo, según negociación en ciernes, en ese lugar?, esto es matar a escondidas “legalmente”, igual que el juego que engancha, revestido de ocio sano.

        Amigos, juguemos a la gallina ciega apoyando este proyecto para que nuestro dinero siga saliendo de España en valijas de cualquier color y aplaudamos como en aquél recorrido de “Bienvenido Mister Marsall”.
           
           Empresario de lágrimas ajenas, remedando a Santa Teresa os diré : “Sin herir, dolor hacéis y con dolor deshacéis el amor de las criaturas”. Incautos nacionales os apoyan para luego lamentarlo mañana. No es un tópico aquello de que el español piensa bien pero tarde.

           Pañuelos de papel / recogedor de lágrimas/, sibilino subterfugio que acaricia los ojos que no quieren ver/ y en el blanco de textura suave/ se agazapa  ese juego mortal que se acerca/.

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