Bien
me haces ver, Chindas, con tus brillantes ojos que entiendes agudamente los
problemas humanos. Por eso quiero comentar contigo lo que he leído en El Norte
de Castilla del día ocho del presente mes.
¡Qué
hallazgo el matrimonio inmaterial!
Una
carga afectiva y emocional une al científico con la ciencia, al investigador
con su trabajo, al artista con su obra. Si esta unión es tan intensa que no
admite otra unión material o física ¿estamos hablando del matrimonio inmaterial
que favorece la creatividad?
O
¿es la vida religiosa de monjes o personas consagradas de las diferentes
culturas religiosas, que
renuncian a la unión material del matrimonio y optan por un enlace místico con
toda su carga emotiva y emocional el matrimonio inmaterial?
Una
tercera y bella posibilidad es el suponer que en el matrimonio como en la
moneda hay dos caras, una sería la de la unión física, somática o corporal,
matrimonio material y la otra la que atesora la carga afectiva y
emocional que supera el valor artístico y material y favorece la creatividad,
el matrimonio inmaterial.
El
problema que se nos plantea Chindas es que qué pinta el Centro de Iniciativas y
Turismo de Palencia hablando de la necesidad de promocionar el matrimonio
inmaterial. No me ladres diciendo que fue todo una confusión poniendo matrimonio
donde debía decir patrimonio. Vale. Pero es tan hermoso lo del matrimonio
inmaterial que seguro que no fue un lapsus tipográfico sino que el
subconsciente de Fernando Caballero, redactor del artículo, hizo aflorar esa
genialidad.
De
todas formas patrimonio es un término correlativo al matrimonio. Cuando con el
matrimonio se constituye una familia, va generando su patrimonio formado por su
hogar y sus bienes materiales como matrimonio físico y una suma de afectos,
emociones y valores compartidos que forman el patrimonio inmaterial y que dan
sentido a la familia.
También el patrimonio de nuestro
país o el de nuestra Comunidad Autónoma está compuesto no sólo por sus
edificaciones y obras artísticas trasmitidas por nuestros mayores, sino de toda
una carga afectiva y emocional que emanan de ellas y de hechos y leyendas, y
sin esta variable poco sentido tiene el patrimonio material.
Ya
vale de elucubraciones Príncipe, como cariñosamente te llamo, y únete afectiva
y emocionalmente con tus ladridos proclamando con el CIT la promoción del
patrimonio inmaterial.
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