Edades del
Hombre en la religiosidad castellana. Catequesis visual amasada con fe sencilla
expuesta hoy al turismo estudioso de valores ancestrales, de la manifestación
del arte en sus diversas expresiones, de riqueza cultural fervorosa conservada
en pequeñas parroquias rurales, en fantásticas catedrales o en otrora
monumentales conventos.
¡Ah
Castilla, de campos fecundos, de manos artesanas de raigambre elevada
revistiendo las ideas que del alma fluyen o fluyeron!
Antes y ahora
la estirpe artística sigue su curso, sus sentidos siempre alerta a la belleza
de la expresión que inculca valores, al gozoso deseo de transmitir los reflejos
del alma.
En esta
edición es Arévalo el atril que sostiene la muestra de “Credo”, del evangelio
siempre actual que por unas horas recobra vigencia ante el turismo a quien va
dedicado, que observa respetuoso el
arte, las manos maestras que plasmaron la luz y la esperanza en sus claros
oscuros llenos de espiritualidad; pero he
aquí que al salir sólo llevan en sus manos el folleto sintetizado de lo
expuesto, quedándose dentro del templo la enseñanza que proclama la fe en esa
historia de salvación creadora.
Tiempos
nuevos que vacían la mente con la algarabía del agnosticismo llenándola de
vientos huracanados que agitan sin piedad los colores de la primavera.
Hedonismo que borra de la convivencia el arco iris que hermana el mundo.
Creo,
“credo”, dice la espiga desde que empieza a germinar el grano enterrado. Creo
en ti, oh Dios, dice la mariposa porque pintas mis alas de mil colores. El
viento entona en la brisa su alabanza. Los pájaros revolotean gozosos trinando
desde el alba al cielo limpio y azulado.
El “credo”se
refuerza en el niño amamantado por su madre, mimado, cuidado. Sólo ahondando
en el mensaje del autor de la vida se puede entender tanta dulzura.
Arévalo en
estos meses se hermana con la humanidad, abre su casa, abarca todas las
emociones que cada día vive el ser humano, muestra la religiosidad de otras
épocas enlazadas con el sentir actual.
Quizás tengamos vendados los ojos como esa magnífica escultura de Mariano
Benlliure titulada “Alegoría de la fe” y
al fin consigamos captar la finalidad de la muestra.
Grandes obras
escogidas con minuciosa densidad de significado. No nos perdamos esta
oportunidad de abrir la puerta a un trocito de paraíso.
Sutil velo
de la fe en apariencia tupido, embelleces el rostro haciendo ignotas la
facciones que cubres con pudoroso recato, sólo a través del “credo” se percibe
la sublime belleza del aura que refleja.
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