jueves, 16 de mayo de 2013

Lenguaje sexista


           
15M y San Isidro. Ha amanecido lloviendo. En Requena no hay gente ni para manifestaciones ni para procesiones. La única concentración es la del pan nuestro de cada día y al ser miércoles la del pescado y la de la tienda, que llegan al pueblo en sus vehículos.
Ya son las once y aprovechando que sale el sol allá vamos a pasear un servidor junto con Nano y su amo. Nano es un perro como yo, pero de raza indefinida, tan pequeño que su nombre deriva de enano, pero esto no obsta para que sea un magnífico perro que estos días me acompaña.
Es tan variada la población de los perros en sexo, raza, tamaño y forma, pelaje y color que el      lenguaje no dispone de una terminología precisa para cada una de sus variedades.
Hoy en día parece lo correcto considerar al lenguaje sexista, con la superioridad de un sexo, el masculino, un rasgo que es preciso corregir para conseguir la igualdad de género; así será siempre necesario especificar el género femenino junto al masculino cuando se refiera a todo el conjunto.
Cuando se habla de los perros es perverso significar con el masculino a la totalidad de la especie. Mas el lenguaje es una construcción humana que tiene el significado que hablantes y escuchantes quieran darle.
Los sustantivos tienen género y número: masculino y femenino y singular y plural. Con frecuencia el género gramatical no indica sexo, ya sea porque se refiere a seres inanimados como la piedra o el metal, o porque no sea fácilmente observable, como el gorrión y la abeja o la ballena o el delfín, o porque expresamente se refiera a ambos sexos, como el hombre es inteligente o la persona es honrada.
Es normal emplear el lenguaje sin intención ni reminiscencia sexual alguna. Cuando un educador afirme que el niño tiene la mente abierta, ni por asomo quiere expresar en su comunicación ningún contenido sexual. El comunicado, pues, no es sexista, como tampoco es “piara” singularista por enunciar en singular lo que se refiera a toda la colectividad. O es que para no ser ni sexista ni singularista debería decir: el niño y la niña, los niños y las niñas tiene, tienen, la mente abierta. ¡Qué complicación! Es cierto que se buscan formas escritas simplificadoras, ¿y las habladas?
Juan Ramón o Ramiro que luchan de forma admirable por construir una escuela que tenga entre otras virtudes la igualdad de género ¿no consideran que cuando hablamos de inteligencia, bondad, honradez, solidaridad, etc. es necesaria una terminología en que los términos empleados sean genéricos al margen del sexo? La voluntad de incluir siempre ambos sexos porque el término genérico gramatical es masculino puede reforzar el lenguaje sexista al exigir que se nombre siempre los dos sexos diferenciados.
Amigos os excusamos de que cuando habléis de nosotros los perros tengáis que expresaros así: los perros y las perras son los mejores y las mejores amigos y amigas de los hombres y las mujeres, y sigáis diciendo: el perro es el mejor amigo del hombre.
            Chindas y Nano os saludamos cariñosamente moviendo el rabo o los rabos

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