Ya
son las once y aprovechando que sale el sol allá vamos a pasear un servidor
junto con Nano y su amo. Nano es un perro como yo, pero de raza indefinida, tan
pequeño que su nombre deriva de enano, pero esto no obsta para que sea un
magnífico perro que estos días me acompaña.
Es
tan variada la población de los perros en sexo, raza, tamaño y forma, pelaje y
color que el lenguaje no dispone de
una terminología precisa para cada una de sus variedades.
Hoy
en día parece lo correcto considerar al lenguaje sexista, con la superioridad
de un sexo, el masculino, un rasgo que es preciso corregir para conseguir la
igualdad de género; así será siempre necesario especificar el género femenino
junto al masculino cuando se refiera a todo el conjunto.
Cuando
se habla de los perros es perverso significar con el masculino a la totalidad
de la especie. Mas el lenguaje es una construcción humana que tiene el
significado que hablantes y escuchantes quieran darle.
Los sustantivos tienen género y número: masculino y femenino y singular y plural. Con frecuencia el género gramatical no indica sexo, ya sea porque se refiere a seres inanimados como la piedra o el metal, o porque no sea fácilmente observable, como el gorrión y la abeja o la ballena o el delfín, o porque expresamente se refiera a ambos sexos, como el hombre es inteligente o la persona es honrada.
Los sustantivos tienen género y número: masculino y femenino y singular y plural. Con frecuencia el género gramatical no indica sexo, ya sea porque se refiere a seres inanimados como la piedra o el metal, o porque no sea fácilmente observable, como el gorrión y la abeja o la ballena o el delfín, o porque expresamente se refiera a ambos sexos, como el hombre es inteligente o la persona es honrada.
Es
normal emplear el lenguaje sin intención ni reminiscencia sexual alguna. Cuando
un educador afirme que el niño tiene la mente abierta, ni por asomo
quiere expresar en su comunicación ningún contenido sexual. El comunicado,
pues, no es sexista, como tampoco es “piara” singularista por enunciar en
singular lo que se refiera a toda la colectividad. O es que para no ser ni
sexista ni singularista debería decir: el niño y la niña, los niños y las
niñas tiene, tienen, la mente abierta. ¡Qué complicación! Es cierto que se
buscan formas escritas simplificadoras, ¿y las habladas?
Juan Ramón
o Ramiro que luchan de forma admirable por construir una escuela que tenga
entre otras virtudes la igualdad de género ¿no consideran que cuando hablamos
de inteligencia, bondad, honradez, solidaridad, etc. es necesaria una
terminología en que los términos empleados sean genéricos al margen del sexo?
La voluntad de incluir siempre ambos sexos porque el término genérico
gramatical es masculino puede reforzar el lenguaje sexista al exigir que se
nombre siempre los dos sexos diferenciados.
Amigos
os excusamos de que cuando habléis de nosotros los perros tengáis que expresaros
así: los perros y las perras son los mejores y las mejores amigos y amigas
de los hombres y las mujeres, y sigáis diciendo: el perro es el mejor
amigo del hombre.
Chindas
y Nano os saludamos cariñosamente moviendo el rabo o los rabos.
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