jueves, 14 de mayo de 2015

EL ARBOL CENTENARIO

        Chindas, ayer oíste el sonido de las campanas como un eco lejano, queriendo traspasar las fronteras de esos 105 años de existencia. El último árbol centenario de la localidad ha dejado este paisaje nuestro, vacío sin su presencia; generación longeva la suya en Requena. Con ánimo y lucidez total estaba al tanto del devenir de la localidad y su presencia en días festivos llenaba de aplausos su sonrisa.
            San Isidro como patrón de los labradores, este año echará en falta el humo de ese "farias" de la sobremesa festiva. La tierra queda yerma a su lado y el surco, huérfano de raíces, lamenta su partida.
            Salimos a pasear como cada día y el horizonte se hace más lejano, nada detiene la mirada, la sombra del árbol centenario desaparecido, no tiene donde cobijarse y se ha hecho sol, llanura, soledad rodeada de espigas amaneciendo.
            El agua del Canal sólo refleja cielo y ondulación delicada y respetuosa; bajo ella, los pececillos siguen sus ejercicios diarios de supervivencia.
            Ajeno estás Chindas, a los sentimientos del adiós sin retorno y correteas olfateando el paso de las aves que anidan por estas fechas en los humedales o de esas liebres y conejos que huyen de tu presencia. Me gusta verte feliz mariposeando con otros caninos que te encuentras seguidos de sus amos. El bozal te molesta y vienes para que te lo quite, sabes que tu rebeldía a entrar en casa al regreso dando paseos interminables por las calles del pueblo impiden tu libertad en el morro, para que ningún vecino se asuste con la formidable presencia de tu raza adulta.
            Mi mirada se pierde en el infinito recordatorio de aquellos seres queridos, longevos también, que dejaron sus huellas enraizadas en esta alameda hoy vacía.
            Aleteo de pajarillos buscando la anécdota donde posarse, trinos desperdigados entre las hojas caídas, lluvia derramando suspiros.
            Coronas con cintas y flores reposan al lado del último huésped de su casa.
            ¡105 años! Feliciano, que la plenitud de esa otra vida llene de bienestar tu existencia.

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