Chindas:
Duerme la
luna con su claridad plena
abrazada al árbol solitario
que abandonó el monte y
escogió el páramo para vivir en
soledad.
Sombras de plata corlada
dominando el cerro de ideas no
compartidas,
vigilan el balanceo de sus hojas
en esa llanura que toca el cielo.
Un arrullo acompaña la noche
en el nido de los sueños
y la luna refleja la sencillez
que con coraje se entrega y sirve.
Nuevos horizontes pronuncian la
mañana
y el astro del descanso
retira su faro acariciando al
rocío.
Alas de tacto suave, mirada
expectante,
necesidad de sonrisas,
manos abiertas.
Nueva etapa en el común de los
días,
brisa intentando posarse en cada
rostro,
bienestar revestido de armonía,
serenidad en el hacer,
cántico de esperanza.
Junto a la luna aprendí a
"mirar" con otros ojos
revoloteando el interior mío,
su aurora se me antojó prioridad
y a su lado el camino se hace
atajo.
Llevo el cayado con la sensación
de ser portadora de la altura
del aire,
con la ilusión de que las flores
no marchiten a mi paso su
mirada.
Tiempo nuevo ajetreado
acechando cada ocaso
con los menguantes y crecientes
de la luna
esperando una nueva plenitud .
Aquí estamos Chindas,
cruzando tus ojos con los míos, muy negros los tuyos, los míos no tanto, pero
entendiéndonos en este nuevo reto que el pueblo ha puesto en mi persona y que
tu, mi buen perro, apenas puedes colaborar; pero tu sola compañía eleva el
ánimo y nuestro monólogo-diálogo seguirá siendo un estímulo y un placer.
¡Hasta la próxima semana!
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