jueves, 23 de julio de 2015

EL CAMPANIL DE LA TORRE

        ¡Al fin!, querido Chindas, el campanil de la torre luce airoso mirándonos desde su atalaya. Espejo del tiempo de las generaciones que vieron colocar su imagen galana en tan visible espacio a primeros del siglo pasado. Campana dentro para señalar las horas que el reloj le dictaba, para, a las 12 y 24 que la saeta marcaba, repicar a muerto, expreso deseo del donante. Oración callada la de entonces rememorando.
            Campanil de la torre vestido de color de luto por la forja y el recuerdo. Día de alegría en el pueblo al ver devuelta a la iglesia su corona, que esbelta luce rozando el cielo. Las cigüeñas le miran con cierto recelo, aunque inofensivo sigue a su lado y, al no tañir, detienen su vuelo.
            Expectación en la calle con las grúas amarrando e izando la majestuosa figura reparada; móviles y flaxes detienen para la historia, en sus cámaras, el retorno de esta "joya" averiada que bajó hecha pedazos, que rompió las esperanzas de renacer a la vista de todos. Tú, querido Chindas, también observabas y en esa plegaria de tus guauuuus, alargados y sonoros, deseabas como todos, que el ayuntamiento, dueño del reloj y campanil, salvase las distancias económicas hasta dar este nuevo amanecer.
            Empezamos dando las gracias a la corporación saliente, que ha hecho posible este día de gozo. Sus cuentas han cuadrado y, aunque el ingrato suelo que pisamos sólo vea las "obligaciones", sin reparar en los obstáculos que detienen las obras, es de bien nacidos ser agradecidos por el logro conseguido.
            Campanil de la torre con la veleta en lo alto, girar al sur la mirada quieres cuando el norte se agazapa y el viento se torna cómplice y rula a desgana. Campana del ángelus de mediodía, en silencio sonando para las gentes de ahora, para que las palomas no huyan y el sudor que secó a su tañido en las labores del campo siga siendo espiga entre los dedos portada.
            Campanil de la torre de mi pueblo has vuelto para quedarte otros cien años. Miran los niños ahora el izado de tu cuerpo,sin entender el júbilo, sin valorar la hazaña de volver a ser protagonista en un pueblo de silencios.
            Chindas desde su espacio cercado, mira a la grúa dar giros y más giros hasta acertar con el vértice, depositando suavemente esta cresta legendaria, santo y seña local, orgullo de los ojos habituados a su presencia. Generaciones unidas en sentimientos, ayer como hoy es un día festivo para la vista.

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