jueves, 1 de diciembre de 2016

ANOCHE SOÑÉ

Anoche soñé que las estrellas me hablaban,
miré al río y el agua susurró ¡amiga!
En solitario regresé por el camino a casa
y unos cardos salieron a mi encuentro.
Dolida les miré, herida y triste.
Eh aquí que apareció en la andadura
una mano solícita y compasiva.
Vendó la herida aquella
y trasformó mi soledad en compañía.

Risas surgieron de los arroyuelos
que nos miraban.
La amistad brotó sin darnos cuenta
y aún hoy, después de muchos años,
sigue viviendo en cercanía.

Corta cadena de amistades fieles.
Tesoro escondido en el exilio de la fiesta,
en el regocijo compartido
de encuentros fortuitos.

De puntillas se acerca la tarde,
robando la luz al día,
y un ladrido lejano divisa
con su olfato, una presencia ida.
Rabea impaciente, queriendo
llegar a esa altura en que el afecto
se hace uno, la mirada se cruza
y seguirme se transforma en ser amigo.

Nada pide, mi fiel Chindas,
porque acompañar es su deseo.
Amistad hecha presencia,
en momentos especiales,
en olvidos inconscientes,
en soledades ennegrecidas,
en murmullos no entendidos…
Anoche soñé que las estrellas me hablaban,
y en el brillo de sus ojos
entendí cuanto decían:
Mira cada noche al cielo y
sentirás al amigo que se aproxima,
para compartir tus cuitas,
para detener tu caída.

Amigo/a, tu mano está en mi mano,
como en la caña la espiga.





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