Hace semanas que no estamos en el
blog pero volvemos con la alegría del reencuentro con los lectores.
Como
en Cataluña, tenemos un problema, tal vez político, de convivencia con Chindas.
Es
voz muy común y en boca de políticos de diferentes tendencias que el problema
del separatismo catalán es una cuestión política y como tal ha de resolverse.
El
que el Gobierno aplique el artículo 155 de la Constitución y el que el Poder
Judicial haya encarcelado preventivamente a determinadas personas, para el
separatismo, es ilegítimo pues problemas políticos requieren soluciones
políticas; y para sectores constitucionalistas, es un fracaso político.
Sin
embargo pensamos que las ideas deben quedar claras.
Cuestiones
políticas hay muchísimas, todas las que atañen a la organización y
funcionamiento de la nación, como son todo lo que se refiere a la autoridad
pública, a la educación, a la sanidad, a la justicia, al orden público, a los
ingresos y gastos públicos y a otras muchas cuestiones menores, por ejemplo, al
tráfico.
Estas
cuestiones admiten diferentes posturas que, en democracia, gozan de libertad de
opinión y se resuelven dialogando, fundamentalmente en el Parlamento; y a
llegar a un acuerdo mayoritario se convierten en norma o ley de obligado
cumplimiento.
Por
ejemplo, el impuesto de sucesiones puede admitir posturas diferentes pero aprobado
en el Parlamento es de obligado cumplimiento, y si alguien no paga,
comete una ilegalidad, y la autoridad o la justicia actuarán en consecuencia.
Lo
mismo pasa con las posturas separatistas que opinan que lo mejor es salirse de
la nación donde están. Pueden opinar libremente y defender el cambio
constitucional, pero mientas ésta no se reforme es de obligado cumplimiento
la unidad nacional y el proclamar la separación y tomar decisiones que
ayuden a la separación es delito.
¿Qué
se cree que son los que conjuran para obrar contra la ley constitucional antes
de cambiarla?
La
manía de proclamar que el separatismo es una cuestión política y que se resuelve
con el diálogo es una de esas patrañas de ciertos políticos para justificar lo
injustificable. A veces la población piensa "postura de políticos".
En
este sentido se puede decir que no hay presos políticos sino políticos presos
"muy políticos".
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