jueves, 15 de marzo de 2012

Quod Salmantica non dat....

Hace muchos años, cuando mi socio vivía en Uruguay, tuvo este país un presidente de nombre Benito con fama de tosco y atrevido a quien jocosamente se atribuían curiosas manifestaciones. Así se decía que en la campaña electoral había prometido hacer todas las carreteras cuesta abajo para ahorrar gasolina.

Elegido presidente, en su viaje a Europa, estuvo en España y recaló en Salamanca. Allí y tras arduos esfuerzos de memorización, brindando en el banquete ante las autoridades civiles, religiosas y académicas, soltó el aforismo de que lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo ofrece, solo que lo trastocó y, según dicen, solemnemente pronunció: Quod Salmantica non dat natura non prestat.
No estaba tan desacertado el bueno de don Benito, pues a veces lo que la naturaleza niega lo regala Salamanca pues el pobre de don Miguel de Unamuno difícilmente puede recibir la medalla de oro y el título de hijo adoptivo, que es lo que piensan darle las autoridades salmantinas con motivo del 75 aniversario de su fallecimiento.

Esta brillante idea nos trae alegremente excitados, pues queremos proponer a las autoridades municipales que Requena de medalla de honor, no de oro que las arcas del Ayuntamiento deben estar vacías, y declare hijo adoptivo a algún personaje ilustre que sea significativo en los valores que tenemos.
Ambos estamos de acuerdo en que cuanto más famoso y más antiguo mejor, ya que esto redundaría en el reconocimiento y beneficio de la localidad. Y no hemos llegado a un acuerdo.
Mi socio propone a Horacio, que con su composición lírica Beatus ille, hace el canto a la vida feliz del que se retira a la tranquilidad campestre, lejos, diríamos hoy, de la competitividad, de las preocupaciones y del estrés urbano.
Yo, por el contrario, me inclino por Esopo que con sus fábulas supo ver en los animales las virtudes y enseñanzas que deben cuidar las personas. Además el griego es más antiguo que el romano y más próximo a la sencillez de un pueblo como este en el que vivimos.
Por todo ello espero que alcalde y concejales acepten mi propuesta y Requena celebre cada año el fabuloso día del mundo de las fábulas en honor a Esopo hijo de esta población, aunque ni por asomo existiese en los tiempos del poeta.

Salamanca, la universidad, la ciencia, el ingenio humano tienen capacidad para superar la naturaleza y no nos asombraría el que se pudiese afirmar que todas las carreteras han de construirse cuesta abajo.
Sin Salamanca no hay naturaleza que valga.

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