viernes, 18 de mayo de 2012

Lid


Cinco días hacía que mi socio no me hablaba. Cinco días sin salir con él al campo. El castigo comenzó el martes de la pasada semana cuando acorralé a Zipi, el gato de casa, en una leñera detrás del ayuntamiento. Lo atropellé, le quebré el rabo y se me escurrió subiéndose a un arbolito. Esta pelea se convirtió en un duro enfrentamiento con mi socio, enfrentamiento que ha terminado con la advertencia de que un hecho semejante no ha de volver a ocurrir.
Pero mi compañero debe entender que los depredadores, desde nuestros ancestros, hemos tenido que procurarnos el sustento y el espacio en fiera lid y, a pesar de no ser ya  necesario, llevamos en los genes la emoción de la contienda y gozamos en ella. Que lo digan si no los dos atléticos, contendientes por el triunfo en la liga europea de fútbol.

Magnífico ejemplo nos han dejado el Atlético de Madrid y el de Bilbao, jugadores y partidarios. ¡Emoción, entrega y goce de todos, rematados en la alegría desbordante del triunfador y del triste y a la vez dulce desencanto del perdedor!
Ha sido un espectáculo fascinante este borbollón de profundas y gratas vivencias en una España apagada por la crisis y sumida en el desaliento. ¿Pan y circo? ¿Escape y enajenación de los problemas reales? No, más bien la necesidad humana de aligerar el pesado fardo de las desdichas y saborear el placer del buen batallar, como del buen yantar, del buen beber, de los placeres del amor y de la amistad, de la sana actividad y del descanso provechoso.
En todo este alegre ramillete, el disfrute individual y cerrado diluye su sabor y se multiplica en el disfrute compartido, algo natural en animales sociales.
Como niños, los aficionados al fútbol ponen en el juego corazón y esperanza. Pero el juego de los niños, si es sano y creativo, les prepara y les da herramientas para desenvolverse en la vida.
Estos días asistimos a la refrescante actividad de los indignados del 15M. Estamos con sus asambleas y concentraciones llenas de compromiso, de exigencias de responsabilidad y claridad, de rechazo a la corrupción y solidaridad con las personas, no con los capitales. Nos entusiasma su juventud y entusiasmo y nos congratula que esto no se enturbie con infiltraciones de profesionales del encono y del rencor ni por las estupideces de autoridades incompetentes que consideran que los coches pueden acampar,  aparcados noche y día en las calles de las ciudades y si lo hacen las personas es un delito.
La lid de los atléticos debe enseñarnos que, como en ellos se da la unión de los directivos, entrenados, jugadores y afición, lo mismo debe ocurrir en el combate contra la crisis que necesita la unión de autoridades, ciudadanos de a pie, de empresarios, técnicos y trabajadores, de población activa y de jubilados. Querido trío de la muy triste figura: Rajoy, de Guindos y Montoro, hay que animarse, que la situación herencia puede ser dura, pero más se perdió en Cuba. Que se ha de conseguir, como en el casi descendido  Zaragoza, seguir jugando en primera división.
Hay que lograr unir a todos los sectores del país en esta esforzada lid y dejar el llanto, si es inevitable, para el final de la batalla y viva el Atletic, aunque haya perdido.  

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