En el Sem Tob, el insti de
Carrión, los alumnos han puesto fin a un trimestre. Los profesores se han
reunido por las tardes para evaluar; mientras, se han organizado tres días de
actividades culturales: talleres varios, documental de Tente Lagunilla por las
cumbres del Himalaya y Marcha Solidaria.
Allí he caído, Chindas; gozoso de
la invitación de tus amigos para exponer cómo llegó hace 20 años el insti
a tener un nombre tan singular y asistir a la presentación a cargo de Juan
Ramón Lagunilla, hasta hace un par de cursos profesor del centro, de un
audiovisual realizado por la Liga Española de Educación.
En él, pudimos ver experiencias
educativas en diferentes centros españoles sobre derechos humanos, medio
ambiente, igualdad de género e integración de emigrantes entre otros temas.
Después, hubo un coloquio entre
alumnos, una madre, una profesional de actuación juvenil, profesores y los dos
ex-profesores que estábamos.
Por cierto, perrito fiel, que tu
socio está oxidado. Las ideas que le bullían en la mente al exponer la historia
del nombre del insti o las que surgían de las imágenes del audiovisual y
del coloquio las expuso de forma atropellada y gris, sin fuerza ni sustancia.
Pero el coloquio tenía miga. En
él, los jóvenes mostraron, por una parte, que por qué debían actuar para
afrontar todos esos temas del audiovisual cuando los mayores habíamos
construido un mundo tan injusto. Por otra, hubo quienes se quejaron de la
escasa respuesta a acciones concretas.
Tenías que haber visto, Chindas,
cómo los adultos mostraron la necesidad de luchar por esos derechos que les
atañen; que no todo había sido mal hecho y fue admirable cómo el organizador de
la reunión hacía ver que en el centro había que actuar para que no se diesen
casos de desigualdad de género ni situaciones injustas que causaban dolor.
Hablando reposadamente contigo,
mi compañero de caminatas, todos debemos obrar para ocupar nuestro lugar en el
mundo; el lugar que nos corresponda en justicia como seres humanos en igualdad
de derechos, pero un lugar que también corresponda al esfuerzo y la fe que se
ponga en ello.
Pero para que ocupemos
positivamente un lugar en el mundo, es necesario que ese mundo permita la
libertad, la igualdad, la iniciativa, la creatividad, la empatía y la solidaridad.
Ni lo que somos, ni lo que es la
sociedad se nos regala. Más aún, hay obstáculos, abandonos, inercias y
voluntades que dañan la posibilidad de un mundo justo y solidario, estropeando
también las situaciones individuales.
Los adultos no pueden cargar sobre
los jóvenes la responsabilidad del futuro, ni estos pueden exigir a los adultos
que dejen resuelto el porvenir; y, por supuesto, los ya jubilados no hemos de
replegarnos en nuestros recuerdos y nuestras carencias, seguimos construyendo
nuestro lugar en la vida siendo miembros activos de una sociedad que se
construye.
Hay que complicarse la vida ya
que ésta no es simple; como los educadores del Sem Tob, que a pesar de los
recortes tienen entusiasmo para complicarse en la organización de unas jornadas
culturales, aunque algunos no lo entiendan.
De oxidado, nada de nada profe. Ya quisieran muchos jóvenes explicar las cosas con tanta energía y convicción. Su defensa de la necesidad de implicarse y de luchar es ejemplar. Gracias
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