jueves, 20 de junio de 2013

ADIOS A LA PRIMAVERA

            En esta semana en que la primavera da sus últimos suspiros amorosos y deja el aroma de las flores al bienaventurado verano, los balcones y ventanas de mi pueblo empiezan a engalanarse dando vida a las fachadas.
            Chindas observa el devenir de las macetas, del patio a las ventanas o el balcón y busca un resquicio en la puerta de la calle con aviesas intenciones de fuga mientras sigue mis pasos.
            De todos es bien sabido cómo esta estación del año ha cambiado su traje en los últimos tiempos, aquél airecillo meloso que acariciaba el rostro por las tardes se ha tornado en viento desagradable, las nubes algodonosas matizadas en tonos pastel se han colocado gafas oscuras y así el ropero de la primavera se ha adaptado a los tiempos que corren recortando la belleza conocida.
            No obstante el decirla adiós, otra más en la vida, da un cierto pesar. Sin embargo como los seres humanos tenemos el don de ser optimistas, vamos a recrearnos en los pequeños acontecimientos que iluminan este peregrino caminar individual y colectivo. Ayer pudimos contemplar a un rebeco joven saltando por los campos éstos de nuestro pueblo, nada habitual porque éste no es su hábitat, y animado por el sonido del coche de dos brincos cruzó la carretera por donde pasábamos.
            Patas esbeltas prestaban volumen a la simpar llanura, haciendo del ocre dorado de los campos un remolino de gracioso mohín de sensaciones vegetales. Más allá un grupo de cigüeñas miraban sin inmutarse, su elegante figura destacaba en la recortada silueta de un árbol solitario. El rebeco giró su cabeza, oteó la distancia y con la elegancia que le es propia volvió a mirarnos y siguió su camino entre espigas primerizas y alguna amapola que le seguía entusiasmada.
            Entre días de lluvia tormentosa y soles de gotas de sudor la primavera de 2013 recoge su equipaje y subida en la grupa del arco iris cruza el mar del cielo para “aterrizar” en otro continente que espera el favor de su gracia fragante y amena, prometiéndonos regresar después del invierno con un bagaje lleno de buenos augurios. La esperaremos con ilusión y festiva esperanza.

            Adiós cálido despertar de la aurora,/ adiós regadera de los sueños florecidos/ que la luz te acompañe en el sendero,/ que tus pasos encuentren el camino del retorno,/ que nuestros ojos vuelvan a verte y gustar de tu belleza./

No hay comentarios:

Publicar un comentario