jueves, 13 de noviembre de 2014

LOS PROVEEDORES

           
        Saludo matinal a la puerta de casa. Primera sonrisa que genera la compra sin esfuerzo. Cada día el claxon del panadero va patinando con alegría por las calles; su sonido despierta y acelera  nuestros pasos. Caliente aún el pedido, reconforta las manos y crujiente acompaña al ansiado desayuno.
            Trigo molido, fermentado y amasado en la noche, horneado al amanecer con sabor artesano, con la complacencia del mundo que se nutre de él. Espiga, espejo que refleja el cielo en su destino; dorado mechón que rizado cae y torna su esbeltez en soporte vital del ser humano.
            Nueva llamada aparece con olor a mar, con ojos brillantes y escamas relucientes. Entre hielos y convivencia obligada, la variedad de pescados nos miran con esa complicidad del querer salir de ese encierro y nuestro deseo de saborear sus plateadas carnes. Vienen felices a nuestra cocina porque su alma, al ser aupado en el aire, se torna parte de otra parte para vivir dos veces.  
            Añoranzas de experiencias en los abismos del piélago, silencios en lonjas, sosiego y expectación en el camino que les adentra en la meseta. Mar de tierra y aire, de fuego y mesa.
            Caminando el reloj sus horas, sin moverse de su atalaya en la torre de la iglesia, otro vocerío acústico anuncia su mercancía. Nuevamente el monedero despierta de su letargo y sin delantal sobre la saya, el ama de casa sale al encuentro del proveedor de frutas, verduras, conservas, droguería...
            Pluralidad de sabores, de olores encerrados, de ofertas generosas para el quehacer doméstico. Camión con nombre incorporado del dueño que recorre los asfaltos de las carreteras para traer a estas minúsculas poblaciones su amable servicio e intercalar así su beneficio.
            Rutas de paisajes solitarios, de hojas caídas en el otoño, de puertas acorazadas al frío invierno y entreabiertas unas pocas a la comunicación de subsistencia.
            Fin de semana, salidos de tenadas o mercados a gran escala ,llegan los balidos silenciosos de los corderos, los gruñidos de los gorrinos, el muuú... de los terneros o sus padres y nuevamente, esta vez en la plaza de la iglesia, los vecinos acudimos a abastecernos para la semana.
            Comentarios de amistad ganada por los años de venida al pueblo de este mercader de filetes, solomillos, salchichas, jamón... Jugos gástricos en el tobogán del esófago reteniendo en su memoria  esos paseos maravillosos de alguna comida especial llegada hasta el.
            Tierna venida a la mesa de sustanciosos majares, carnicero de carne fresca en la balanza de plato, arrullos de nanas y corderitos algodonados. Paladar satisfecho, gozosa siesta anunciada.
            Coronando este reencuentro alimentario, otro hay no menos placentero. Del Bibliobús se trata. Fiel cual ninguno por los muchos años que se allega a saciar los tiempos de ocio, que muchos son. Viene entregando al espíritu la riqueza de las letras y abriendo horizontes inalcanzables que de otro modo no serían factibles y con ellos revolotear en la imaginación más preclara de muchísimos autores.
            Proveedores del calor que no mencionamos, de la vida señalada, de los murmullos de la amistad y del conjunto que enarbola la existencia feliz de los micro pueblos haciendo que sigan marcando las pautas de canciones exentas de caducidad. En el belén de este años seréis parte del mismo con todos nosotros. Gracias por vivir a nuestro lado.

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