Con sonrosado semblante el
adviento prepara la mesa. Cuatro domingos, cuatro velas como preludio a la
festividad de la Navidad con mayúscula. Creyente o no esas
"vacaciones" son aceptadas con placer. Para los cristianos el
amanecer de Dios entre nosotros tiene la proyección de la esperanza en la
eternidad futura. Días de gloria en el alma que se recrea, que recibe el gozo
regalado de la amistad, del apretón de manos en el saludo, del beso del afecto.
Adviento
que anuncia desde la lontananza del tiempo, ha siglos ya, el mensaje de la
dignidad a nuestro alcance, el respeto para todos, la ayuda mutua y esa
infinidad de valores que llevan al bien común. En un pesebre es recostado,
pobreza emigrante; aleluyas de vida, niño llorando. Padres con lágrimas y
ternura en los brazos. Pasará esta semana y detrás la otra y otra, y otra
más hasta oír ese primer llanto que acomoda los pulmones para vivir y enseñar
la plenitud de existir haciendo el bien.
En
esta espera maternal las sensaciones se acrecientan, la familia anhela esa
llegada y preparan la cuna... Camino largo con polvoriento e incómodo
traqueteo; entrañas llenas de fragilidad y esperanza. Noche anunciada y dictado
del César que obliga a cumplir . Humildad que acata con sacrificio la orden.
Ayer como hoy la política maneja los destinos sin condicionantes que liberen
las obligaciones. Adviento, compás de espera entre el antes y el después de
Cristo. Hito inesperado en las gentes sencillas, en los mandatarios, en los
vecinos y parientes. Un niño más en el mundo y un acento imprescindible en la
historia.
El
cielo se tachona de estrellas y una fugaz se desliza con premura por el
firmamento hasta llegar a posar sus labios en la frente de ese pequeño. Cual
hada madrina lleva tras sí la mirada de poderosos y sabios y entre balidos en
las majadas y cánticos angélicos el cuadro escénico se magnifica a pesar de la
penumbra del lugar.
Infantil mirada, brazos deseosos de caricias y mimos;
fuera del lugar, indiferencia. Fue y será la noche del comienzo de la luz cada
año conmemorado, cada adviento que prepara el candelabro con la festiva ilusión
de la esperanza.
Si ríes y eres feliz sorteando los escollos de la
vida, mira a lo lejos de tu infancia y abraza aquella historia con la que tu
madre te acunaba.
Que buena eres escribiendo socorro feliz navidad
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