Sin
Misa del Gallo, ni volteo de campanas a media noche, la Navidad llega a
nuestros pueblos, unas veces vestida de blanco y otras simplemente envuelta en
tules de silencio de los villancicos de antaño, a los hogares vacíos o semi
vacíos.
Un belén artesano en la iglesia
instalado recuerda la fecha de la alegría en las casas, las risa juguetonas de
los pequeños, las bandejas de turrón y mazapanes. Peladillas en los bolsos y
corros de amistad en todas partes. Luces de optimismo en el alma, mirada
lejana... la matanza del cerdo llenando de aroma festivo casas y calles.
Navidad de "campana sobre
campana" o "noche de paz", siguen resonando en el recuerdo con
sabor a tradición y pulmones juveniles vitoreando así el nacimiento del Niño
Emmanuel.
En nuestro belén local se revive la
impronta del Misterio acompañando aquella noche. En el exterior, el silencio
cubre con su manto oscuro y sin luna ni estrellas, una noche más, el sueño de
lo que fue y de lo que es, farolas de bajo consumo orientan los pasos no idos y
consumen su luz sin palabras, pero en su interior bulle la vida presente, donde
la fuente del pueblo sigue regalando vida aunque nadie se acerque a beber de
ella. Las casas, todas, sus cuarenta viviendas, presencian la escena
y
por las calles la imagen de los vecinos se hace presente para celebrar en la
distancia la unidad existente.
Una imagen del Niño que sonríe en su
cuna de paja a sus padres, espera el beso de los abuelos pues sabe que con ello
van , en el corazón, sus hijos y nietos. Reyes de majestad que sobresale,
también se inclinan, en su interior tienen el mismo tamaño del resto de los
vecinos. Se evoca liturgias con monaguillos vestidos de rojo y blanco, son los
niños del verano y a su lado las angelitas y cuatro querubines nacidos este
año.
Proveedores
que suministran alimentos, ofrecen al Niño los frutos de su trabajo y los
sacerdotes avalan la fe sencilla de los parroquianos. Una escena de Nararet nos
muestra al un niño que apenas camina jugando en el taller mientras su abuelo le
cuida y trabaja en la madera mientra llega el padre. Entrañable estampa de
familia.
Luz de fe en los pueblos pequeños:
Llanto del Niño al nacer/ brazos de
madre acunando/ primer beso en la tierra recibido/ gozo soñado.
Mirada protectora del padre/ triste
cuna de emigrante pobre/ para el Hijo de Dios a su cuidado.
Villancicos de niños y ángeles con
aroma de incienso en el aire/ susurran al recién nacido caricias del alma.
Pueblos vacíos de gentes pero de añoranzas
llenos/ noches de soledad. Fuente murmurando agua cristalina/ manantial
escondido en tierras de siembra.
Sus ojitos abre/ sonríe a sus padres y
mira a la gente/ que a la calle salieron en verano/ para estar hoy presentes.¡Festiva
espera de esta Buena Nueva!
¡Feliz Navidad, Chindas! Y precioso belén.
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