Apurando las últimas horas de
2014, Chindas y yo nos asomamos al balcón del ayer y remontándonos a sus
inicios empezamos a ser envueltos en una niebla pertinaz que apenas nos deja
ver si hubo cumplidos los deseos de la mayoría.
Bambalinas,
jarana acompañando a los jóvenes, fuegos artificiales inundando de brillo el
manto azul de la noche y ese sin fin de abrazos al terminar las doce campanadas
llenos propósitos y esperanzas. En ese ayer, como esta noche, volarán las
alegrías a anidar en rincones inesperados, acaso ocultando su rostro para que
no se vean ficticias y a la vez emitiendo destellos de felicidad para apoyar la
vida.
Tras
una breve pausa, hoy es Año Nuevo y el sol besa a la helada que aún reposa en
las calles y campos. Un capullo rojo algo aterido se muestra inamovible en su
rama del rosal del patio.
Chindas
y yo damos la vuelta a este hecho y cavilamos sobre el mensaje que parece
quiere entregarnos. Pase lo que pase la belleza permanece a nuestro lado, es
cuestión de "mirar" a nuestro alrededor y detenernos en la bondad de
las personas que queremos, en esos amigos que están ahí cuando flaquea nuestra
esperanza... y tantos detalles que aún debemos descubrir que aportarán luz y
sosiego a nuestra vida.
Cálido reflejo en el cristal, apurado reproche a la
escarcha, a las palabras vanas vestidas de gala; paso de color dorado del sol
en la humildad de los hogares mayoritarios, espejo de futuras esperanzas. Año
Nuevo con mayúsculas escrito para afianzar la dicha por venir, para acallar las
lágrimas también venideras que tras ellas la risa se hará presente.
Políticas polvorientas anuncian mejoras electorales
mientras las vallas se asaltan, las pateras arriban y en el tizón de las noches
el frío no se siente porque su abrigo es "llegar". Noticias de aquí y
de allá almacenan los acontecimientos envolviendo nuestras veinticuatro horas en
frágiles papeles de seda, mes a mes hasta diciembre que con su navidad, el cava
nos consiga borrar las huellas del paro y la soledad del silencio interior.
Mirando
de nuevo el botón rojo del rosal, resurge la confianza y el pesimismo de la
experiencia deja paso optimismo.
Que el abrazo de la unidad sea para todos
nuestros lectores y prójimos el entrañable soporte de nuestra felicidad durante
todo 2015.
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