jueves, 22 de enero de 2015

LA NIEVE

    Chindas, es obvio que hoy hablemos del tiempo ya que esta semana nos está visitando la nieve. Frente a esas nieblas que la ha precedido poniéndonos nostálgicos y malhumorados, la serenidad blanca de la nevada nos relaja y estimula. Con esa suave bajada, que parece caminar celestial, los ojos se llenan de luz y, en el choque de miradas, ambas nos abrazamos .
  Aparece la nieve trayendo el regalo de su hermosura y depositando a nuestros pies su tacto de algodón nuboso que aseda nuestras pisadas. Juegos de niños y mayores que en los recuerdos quedan con monigotes en la calle y bolas amasadas con las manos, lanzadas en risas esquivadas. En las alturas el disfrute alcanza cotas de magnífico recreo, deslizarse, rodar, competir..., sea de una manera u otra, su textura abarca el placer del gozo.
            Su llegada nos habla de libertad sin libertinaje, igual se posa en tejados que en las calles sin herir sensibilidades. Cuando su vuelo se detiene en los brazos desnudos de los árboles, el arte plasma su creatividad llegando a unas cotas de admiración sublime. Si su parada está apoyada en la hoja perenne de un abeto o del madroño, su color ribeteado da al admirador el regalo de la interiorización elevada que palpa, sin saberlo, un trozo de "cielo".
            Tras los cristales de mi ventana veo pétalos de flores albinas que en cascada frenan su caída hasta el alfeizar tocando mi expectativa mirada. Frío se me antoja en su llegada y no es así, su bondad aplaca al aire dejándole a sus espaldas. Horizontes desdibujados, en pequeños espacios se abren y las montañas de lontananza aparecen en picachos llenos de amanecer. Espuma etérea desmayando ríos, aumentando el cauce de los arroyos; carreras por las vetas lapislázuli que agrandan los sentimientos del agua que emana de sus entrañas hermanándose.
            Túnica blanca para la tierra que se debate entre colores de sangre, de rechazos, de velos negros ocultando la dignidad del rostro de la igualdad. Alba que preside la asamblea de la convivencia de la fauna y la flora, ambas parte del entorno humano.

            Siendo impoluta la nieve, unas pisadas rompen su burbuja y la explosión que el impacto provoca asusta a las patas del rebeco que veloz se aupa en el aire y a varios metros se detiene y mira hacia atrás.

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