jueves, 18 de febrero de 2016

LLUVIA Y LLANTO

Lluvia abrazada al viento, cual cuchillo de acero abres en canal las nubes y laceras mi cuerpo; arrebujas la risa, detienes el sueño.

Dolor por ausencia de sol; lágrimas murmurando al cielo. Lluvia de febrero vestida de nieve, corazón de hielo.

Los campos saciados, vomitan tu exceso. ¡Gemelos, gemelos! Gritan los surcos al grano fecundo que anega sus ansias de procrear a tiempo. Arroyos latiendo, desbordando su seno; riberas de ríos babeando lechos; miradas indiscretas del agua a los huertos.

Frío de lluvia dominando, rostros ateridos, pasos ligeros; tu cabalgata no entiende de inviernos serenos, de romances visualizando el aliento sin la torpe mojadura que hiela los huesos.

Contradictoria apariencia la del cielo sin nubes, sin abismos de dolor, sin huecos con hielo; movimiento del aire, abanicando, acariciando, con ésta de techumbre gris y ojos de espanto besando el suelo.

Cuando mis nervios se rebelan contra la furia húmeda del tiempo y la alambrada que oprime su libertad o los limita, un rayo de sol con timidez asoma a mi lado y un suspiro interminable de alivio recorre a grandes pasos mi caparazón dolorido.

Vuelve la lluvia y el viento tropezando mis pies en los charcos, socavando los músculos hasta herirlos y cual llave de la boca de riego abierta a media noche, el surtidor de los sentidos empieza a elevar y golpear el espacio con su risa inesperada y agresiva dibujando siluetas ovaladas.

Lluvia y llanto en invierno, moneda falsa de esta época cuando excede los límites siendo abusiva y prepotente, cuando se auto invita arrasando paseos, azotando cristales, dominando calles, penetrando en la piel hasta atenazar los huesos. Ternura y placer en primavera, bienhechora, querida y deseada.

Muleta en el brazo por tu tesón en molestarme, miro al cielo que entreabre una cortina finísima de nubes de algodón sonrosado y da una pausa al cariz del enojado tiempo. El paraguas se cierra, baja sus brazos abofeteados por el eólico genio que zarandea sus varillas y tela y dócilmente se deja ceñir.


Lluvia y llanto, río elevado que desborda sus caudales hasta besar la tierra. Lágrimas de transparente pureza, agua capsulada del afluente de la vida. Los dos sois agua, los dos anidáis en el lecho etéreo que interioriza y expande a la vez los sentimientos. Lluvia y llanto, llanto y lluvia. Dolor y risa, reuma y termómetro de placer o pañuelo.

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