Alfombrados están los prados con margaritas silvestres
apaciguando los pasos desbocados del mundo. Chispas de miradas
indiferentes se recogen en sus pétalos. Sencillez en el juvenil
recuerdo deshojándolos de uno a uno, “me quiere, no me quiere…”.
Primavera.
El Atila de nuestro tiempo pisotea la armonía y la
belleza de la convivencia, desasosegándonos, y plenos de
incertidumbre, recorrer páramos y eriales en pos de las huellas de
la ilusión herida.
Tierra fértil vejada, azotada por el viento prepotente
que reseca y atabona los surcos. Gérmenes buscando la luz, luchando
entre estos terrones de tierra que les impide florecer. Chiribita de
los campos despierta de día, atenta al juego luminoso siguiendo el
magnífico caminar del sol para replegarse con su ocaso. Meditación.
Naturaleza llena de enseñanzas a ras de tierra. Plantas
que hablan y divulgan el equilibrio. Voces silenciosas que educan con
el ejemplo. Rodeadas de espinos o abrojos florecen igualmente
mostrando la riqueza espiritual de su fragancia y delicada hermosura.
Temporal político que amilana y decepciona, granizada
que vista con inteligencia, invita a la unidad replegada, como en las
margaritas, para que no se dañe ni una sola de sus hojillas.
Libertad de colores en la flora, indiscutible pluralidad del elegante
arco iris que recrea los sentimientos. Libertad de pensamiento pero,
sin ocupar todo el espacio, sin imposición y sin criterios de
dominio. Un jardín con una sola especie caería enseguida en el
olvido.
El jardinero poda, cava, limpia, trasplanta…, es
necesario este trabajo pero también tiene que abonar, regar,
proteger. Remedando este oficio, el político está obligado a
mantener el espacio encomendado, con toda la diligencia que es capaz,
para que cada parcela por él trabajada muestre su valía y la pureza
de sus intenciones.
Se duele la tierra cuando el arado hiende su reja sobre
ella, pero la beneficia. Las crisis aceleran la imaginación
aportando soluciones en cada hogar, adaptando, equilibrando y
haciendo uso de los valores perdidos. Todo en la vida tiene doble
lectura. Miremos con otra mirada los acontecimientos manteniendo la
esperanza de un resurgir próximo que contemple la paz y la
prosperidad.
Terminamos con este verso de Machado,
“Al olmo
viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido/ con las lluvias de
abril y el sol de mayo/ algunos hojas verdes le han salido.”
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