Vociferando está el pueblo sin
romper el silencio mayoritario. Testas firmes como viejos robles miran
estáticas el paisaje desolador de los partidos.
¡Ah! aquellos adalides de recta
mirada, que mesaban la barba ayudando a la reflexión y la calma. Qué es de
aquella España nuestra que en la infancia soñábamos y veíamos como símbolo de
paz y holgura, honestidad y manos limpias.
…”paz de España, yo te saludo. Si
eres vergüenza humana de esos rencores cabezudos con que se matan miles de avaros
mercaderes, sobre la madre tierra que los parió desnudos…” (Machado)
Revuelta está la patria, como
recién arada para la siembra. Los árboles tambalean sus ramas y de trecho en
trecho alguna oruga descansa.
El cielo de Castilla siempre azul
y luminoso, tachonado se ve de nubes pardas y el horizonte mortecino se
levanta.
Elecciones que descalabran la
unidad herida por el hedonismo de unos, por la furia de otros y por la
pasividad de los restantes. Progreso detenido por la emigración de los saberes,
por la sinrazón de los que romper quieren la unidad y tener como emblema el
dinero. Dueños solos del patrimonio, no familiar ni compartido. Primogenitura
desfasada que mira el mar embravecido, que piensan que su ombligo es el detalle
más hermoso de su cuerpo, que las extremidades les son ajenos y las heridas que
ocasionan no les duelen.
Políticos de ambición por ser una
página en la historia, un reflejo de espejo roto donde mil caras distorsionadas
llaman la atención de la mirada.
La primavera camina hacia el verano
sin pensar en la semilla que los campos espigan hacia afuera, ni en los hongos
que amarillean el verdor fresco y luminoso.
Amigos con sensatez en la mente,
unid esfuerzos para parar la indolencia de los que, a toda costa, quieren
imponer ideas de progreso con la bandera rota de la igualdad. Pobre sociedad
marginada que a una astilla ardiendo se agarra para salvar sus manos de la
injusticia justiciera, llagando aún más sus palmas.
Oigamos al silencio, con la
esperanza de entender el lenguaje del deseo de todos. Diálogo elocuente que sin
sublevarse, va alargando el tiempo del triunfo.
En mi casa quiero la paz con un trozo de pan en la mesa; en la calle
gozar de un espacio abierto, seguro, con libertad y saludos de amistad. En la
escuela se forje la sonrisa del futuro. En la sanidad la atención personalizada
y en la economía, no a los salarios vampiro.
Silencio. Reflexión. Esperanza.
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