jueves, 14 de abril de 2016

Y SIGUE EL SILENCIO…

Vociferando está el pueblo sin romper el silencio mayoritario. Testas firmes como viejos robles miran estáticas el paisaje desolador de los partidos.

¡Ah! aquellos adalides de recta mirada, que mesaban la barba ayudando a la reflexión y la calma. Qué es de aquella España nuestra que en la infancia soñábamos y veíamos como símbolo de paz y holgura, honestidad y manos limpias.

…”paz de España, yo te saludo. Si eres vergüenza humana de esos rencores cabezudos con que se matan miles de avaros mercaderes, sobre la madre tierra que los parió desnudos…” (Machado)

Revuelta está la patria, como recién arada para la siembra. Los árboles tambalean sus ramas y de trecho en trecho alguna oruga descansa.

El cielo de Castilla siempre azul y luminoso, tachonado se ve de nubes pardas y el horizonte mortecino se levanta.

Elecciones que descalabran la unidad herida por el hedonismo de unos, por la furia de otros y por la pasividad de los restantes. Progreso detenido por la emigración de los saberes, por la sinrazón de los que romper quieren la unidad y tener como emblema el dinero. Dueños solos del patrimonio, no familiar ni compartido. Primogenitura desfasada que mira el mar embravecido, que piensan que su ombligo es el detalle más hermoso de su cuerpo, que las extremidades les son ajenos y las heridas que ocasionan no les duelen.

Políticos de ambición por ser una página en la historia, un reflejo de espejo roto donde mil caras distorsionadas llaman la atención de la mirada.

La primavera camina hacia el verano sin pensar en la semilla que los campos espigan hacia afuera, ni en los hongos que amarillean el verdor fresco y luminoso.

Amigos con sensatez en la mente, unid esfuerzos para parar la indolencia de los que, a toda costa, quieren imponer ideas de progreso con la bandera rota de la igualdad. Pobre sociedad marginada que a una astilla ardiendo se agarra para salvar sus manos de la injusticia justiciera, llagando aún más sus palmas.

Oigamos al silencio, con la esperanza de entender el lenguaje del deseo de todos. Diálogo elocuente que sin sublevarse, va alargando el tiempo del triunfo.

En mi casa quiero la paz con un trozo de pan en la mesa; en la calle gozar de un espacio abierto, seguro, con libertad y saludos de amistad. En la escuela se forje la sonrisa del futuro. En la sanidad la atención personalizada y en la economía, no a los salarios vampiro.


Silencio. Reflexión. Esperanza.   

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