jueves, 27 de octubre de 2016

ABSTENCIÓN

Ya son largas jornadas que mi socio se abstiene de salir al campo y el resultado es que no puedo ser dominador de rastrojos y sembrados con mis carreras y la persecución a animales corredores y aves a las que hago levantar el vuelo.
Mi socio, en el corral, me cepilla el pelo diciéndome que lo contrario les pasa a los socialistas pues su abstención en la investidura parlamentaria permitirá al líder popular formar gobierno.
Por cierto, difícil decisión esta abstención pues son ya varios decenios que se consideran adversarios radicales los socialistas y los populares y en las dos últimas elecciones los Socialistas proclamaron su “No es No” a facilitar el gobierno del Partido Popular.
Pero la decisión del voto negativo supondría continuar con un gobierno en funciones y la convocatoria de nuevas elecciones, lo que es repudiado por el sentir popular y recogido por la mayoría de los líderes políticos.
En resumen, que la opción de la abstención resulta un mal menor o un bien limitado lleno de problemas y frustraciones. Es lo que suele pasar en política. Cuando una decisión es fácil, es que no influye significativamente en el acontecer ciudadano porque es mera oposición y no una propuesta para llevar a cabo, o es una quimera concretada en programas, propuestas o promesas que están muy bien pero flotan en la irrealidad, ya sea por falta de recursos, o porque no dependen de los actores sino de otras instancias, o porque encuentran resistencias que las harán irrealizables.
Hoy es el día de contemplar las expresiones corporales de los diputados: los Populares satisfechos porque consiguen la dirección del poder; los Socialistas tristes y deprimidos, su voto es amargo; Ciudadanos, tranquilos como partícipes en la solución; y Podemos y afines, resplandecientes e iluminados ya que pueden atribuir a la triple alianza ser la responsable de todos los males que nos afligen, y ellos son los que nos traerán todo el bien que predican.
¿Podrá alguien creer en esta España bipolar?. Si Podemos lo cree o cree que le creemos, se puede llevar una gran desilusión.

Cae la noche y antes de retirarse, mi socio me trae la cena. Nosotros no estamos tan divididos. 

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