martes, 3 de enero de 2017

¡ADIOS 2016!

Rematando el año, hoy día de los Inocentes, reflexionamos con cierta ingenuidad sobre todo lo positivo que nos aportó este bisiesto. Cual monigote recortado en papel, su cara plana queda inexpresiva, sólo los brazos abiertos cobran vida, aunque sus piernas en forma de uve invertida detienen el paso.

Así ha sido 2016; de un papel cualquiera ha salido esa figura jocosa aportando risas a espaldas de la realidad. Un año con el amargor de las guerras, con huidas a horizontes lejanos, con balances sociales y económicos llenos de inquietud.

Año también con nacimientos que aportan esperanza, brazos de niños acariciando el futuro.

Ultimando las horas finales de diciembre, acudimos a despedidas dolorosas, a ese adiós postrero que ennegrece los recuerdos. Seres queridos que terminaron su etapa de peregrinaje dejando su mochila llena de regalos envueltos en el cariño de una vida de entrega y generosidad. Remembranza de hechos puntuales que dieron seguridad y ese punto de felicidad tan necesario para vivir, tanto los niños como los mayores.

Nos han pillado las doce campanadas con la mente en este tema y proseguimos hoy con el renacido deseo de un Nuevo Año con mejores perspectivas. Risas atragantando las uvas son los últimos ecos del pasado y el presente que se acomoda a nuestro lado. Abrazos de familia o de amigos augurando dicha; cohetes de colores, fuegos iluminando la noche con cascadas de ilusiones en la juventud, con brillo en los ojos ancianos admirando la belleza de la pirotecnia.

Cogidos de la mano hagamos un círculo y que la unidad borre las fronteras de la desesperanza, que el calor de los corazones deje sin efecto las frías noches del dolor; que el año que comenzamos sea nuestra aportación y heredad gozosa para el mundo que adolece de cariño y fraternidad.


Amigo lector, pon tu mano sobre la mía y caminemos para que se haga realidad.

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