viernes, 13 de enero de 2017

FLORES DE INVIERNO


Flores de invierno, etéreas como el frío o blancas con gotas de rocío; hierbas infantiles cubiertas de escarcha y capullos que no llegan a abrir señalando el rosal.

La nieve llega, pero mil flores silvestres germinan bajo ella y aparecen de pronto poniendo sus notas de color en el paisaje. Quién no conoce el acebo, el romero o la lavanda, los pensamientos…, por mencionar algunas. Belleza en paisajes abandonados, en jardines ausentes a la mirada cotidiana.

Sin ser contempladas por las masas que hibernan en estas fechas en sus casas- residencia de la ciudad, bulle en estos parajes de frío y soledad otro mundo paralelo que sigue enriqueciendo la flora humana. Próxima a la chimenea o calentando los pies y el cuerpo en la gloria romana, podemos ver a través del corazón a la anciana que con agilidad increíble mueve sus manos haciendo pañitos a ganchillo, que tal vez nadie use ni valore, pero ahí está atrapando la delicadeza de la labor para gozo de quienes admiran la poesía de sus manos.

Otra flor de incalculable valor son esas manos rugosas que hojean las páginas de un libro, llevando a sus ojos a jardines colgantes de aventuras, novelas o ensayos. Rural viaje a la literatura que expande el horizonte de su “descansada” vida de persona jubilada muy entrada en años. Mecedora batiente al calor del hogar.

De nuevo la flora invernal sale a nuestro encuentro por caminos de tierra prensada por las heladas, pies adornando con sus huellas esas sendas en el paseo diario.

Flores de la noche que yacen en recuerdos del ayer festivo y vivido con amor familiar o amigo. Flora de entrañables colores grabados con el cincel del tiempo, que provocan deleite en el visitante, en el admirador de la sensibilidad que subyace en cada habitante de zonas sin futuro, por la incultura de los valores que bajo la nieve del invierno siguen germinando y no se detectan. Espectacular aroma de aire limpio.


Colorido de invierno, flora enmarcada en la luz que irisa la escarcha y viste de delicadeza la campiña.

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