jueves, 15 de marzo de 2018

EL PACTO POR LA EDUCACIÓN


Un perro bien educado ¡qué gran valía tiene! Puede ser ojo para el ciego, policía para los ciudadanos, colaborador indispensable en descubrir victimas producidas por catástrofes naturales o provocados.
Los que tenemos una educación normal somos perros normales y el resto... mejor no hablar de ellos.
Y si es importante la educación animal, mayor es la de los humanos.
La igualdad básica de oportunidades solo se puede conseguir con una educación universal de calidad. Solo así los niños con familias con dificultades, ya sea por ser emigrantes, de etnia gitana o de padres en paro, podrán aspirar a ser profesionales de buena cualificación y ciudadanos creativos que aporten bienestar.
De esto podrá tratar un pacto por la educación. Deberían, asimismo, proponerse los objetivos y los medios para conseguirlo.
También de la importancia de la lengua que permita entender textos y discursos y poder expresarse con corrección por la palabra y por la escritura. Del lenguaje matemático y sus sistemas operativos. De conocimientos fundamentales sobre la naturaleza y el ser humano. Del manejo y uso provechoso de las nuevas tecnologías.
Sería conveniente que tratase de las actividades extraescolares tanto para recuperar retrasos o superar dificultades como, y esto de forma especial, de aquellas en las que el niño se sienta a gusto, que le den confianza y ayuden a su creatividad, ya sea en deportes, música, arte o cualquier disciplina de su agrado.
¿No sería también razonable discutir si la educación obligatoria debe servir para abrir caminos y dar posibilidades en vez de para cerrar y poner barreras que le hagan sentirse fracasados a los dieciséis años?
El pacto es una buena ocasión para dejar claro qué es la escuela nacional abierta y plural con tres ramas, la escuela pública, la concertada y la privada. Y fijar cómo ha de ser esta escuela nacional, cómo se organiza la escuela pública y cómo la concertada ha de estar abierta a todos de hecho, sin que con medidas indirectas elimine la entrada de determinados alumnos.
La escuela, aunque sea privada, deberá cumplir los objetivos de la escuela nacional y estar sometida al control del estado.
El acuerdo deberá tratar así mismo de los maestros, de su formación y de su carrera y de forma muy importante de cómo suscitar en ellos, además del cumplimiento de la ley, la capacidad de innovación y creatividad.
El pacto deberá tratar la relación de los centros con las familias y la sociedad.
Y, por supuesto, debe contemplar medidas económicas para ser efectivo; pero el pacto no es económico aunque, como medio necesario, debe incluirse ese punto de forma abierta a nuevas situaciones y oportunidades.
No es para tirar cohetes ver cómo, de entrada, antes de tratar otras variables, hay quienes se apartaron de él invocando el malestar de los educadores por falta de financiación y es imaginable que este malestar se haya expresado a través de los sindicatos.
Es como si en un pacto entre perros detectadores de drogas, exigiesen como primer paso fijar el tamaño de las salchichas del premio.

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