Los que somos del "género
canis", como los lobos y los perros, solemos formar manadas con un jefe
con plenos poderes a quien nadie le puede toser. Los humanos en tiempos remotos,
cuando eran cazadores, también formaban grupos con jefes incontestables.
Parece que la evolución cultural
ha llevado a superar esa figura y las naciones ejercen autoridad con una
separación de poderes detentados por personas elegidas por un tiempo limitado.
Hablando de estos temas, hemos
observado que estos avances representan el acuerdo de los pueblos civilizados;
pero los viejos demonios aparecen por todas partes ya que los elegidos son
falibles en inteligencia y voluntad, no son perfectos y, por supuesto, tampoco
lo son las sociedades a las que sirven.
El remedio a los errores que se
cometen se puede conseguir eligiendo a otros gobernantes, cambiando las normas
y las instituciones.
¡Ah! pueden aparecer quienes
defienden que no basta enmendar el sistema y proponen cambiarlo.
Aparece, pues, lo que los
pensadores sociales han llamado el mesianismo.
Este fenómeno mesiánico funciona
así: se analizan y agigantan las dificultades y deficiencias hasta llegar a
sostener que la situación no tiene arreglo, que hay que lograr otro sistema.
Aparece un líder de visión clara
y fuerte voluntad, el "mesías", el que salvará al pueblo de personas
y situaciones abusivas e injustas.
El mesías se rodea de un grupo
próximo, sus "fieles".
Se busca el poder, ya sea a
través de las normas electorales imperantes, ya sea de un "golpe" más
o menos cruento.
Si se consigue el gobierno, el
mesías sabe lo que es conveniente y no se permitirá ninguna opinión contraria,
no hay libertad de expresión.
Se mantendrá en el poder de por
vida y dejará todo atado y bien atado.
Los mesías pueden ser de izquierdas
o de derechas y llamarse Lenin o Hitler, Pinochet o Fidel, Pablo o Carles.
Pablo condena el sistema, ansía
el poder y tiene su grupo de fieles, apareciendo como el salvador del pueblo. Carles llegó al poder y se
presenta como el mesías de su "nación", se resiste a ser desposeído
del mismo y cree que logrará ejercerlo de nuevo porque él es el que guía a su
pueblo a la liberación; en estas ideas le refuerzan sus seguidores.
Carles y Pablo muestran un
tironcillo mesiánico. Esperamos que no sea tan fuerte que nos arrastre a ser
"salvados". Lo que es posible, porque en época de crisis los
salvadores elevan sus estandartes que pueden ser muy atractivos.
Nos pasa lo mismo a los
"canis" domésticos, que si aprieta el hambre por la crisis, podemos
formar manadas de perros asilvestrados con un jefe poderoso, el salvador.
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