jueves, 8 de marzo de 2018

MESIANISMO


Los que somos del "género canis", como los lobos y los perros, solemos formar manadas con un jefe con plenos poderes a quien nadie le puede toser. Los humanos en tiempos remotos, cuando eran cazadores, también formaban grupos con jefes incontestables.

Parece que la evolución cultural ha llevado a superar esa figura y las naciones ejercen autoridad con una separación de poderes detentados por personas elegidas por un tiempo limitado.

Hablando de estos temas, hemos observado que estos avances representan el acuerdo de los pueblos civilizados; pero los viejos demonios aparecen por todas partes ya que los elegidos son falibles en inteligencia y voluntad, no son perfectos y, por supuesto, tampoco lo son las sociedades a las que sirven.

El remedio a los errores que se cometen se puede conseguir eligiendo a otros gobernantes, cambiando las normas y las instituciones.

¡Ah! pueden aparecer quienes defienden que no basta enmendar el sistema y proponen cambiarlo.

Aparece, pues, lo que los pensadores sociales han llamado el mesianismo.

Este fenómeno mesiánico funciona así: se analizan y agigantan las dificultades y deficiencias hasta llegar a sostener que la situación no tiene arreglo, que hay que lograr otro sistema.

Aparece un líder de visión clara y fuerte voluntad, el "mesías", el que salvará al pueblo de personas y situaciones abusivas e injustas.

El mesías se rodea de un grupo próximo, sus "fieles".

Se busca el poder, ya sea a través de las normas electorales imperantes, ya sea de un "golpe" más o menos cruento.

Si se consigue el gobierno, el mesías sabe lo que es conveniente y no se permitirá ninguna opinión contraria, no hay libertad de expresión.

Se mantendrá en el poder de por vida y dejará todo atado y bien atado.

Los mesías pueden ser de izquierdas o de derechas y llamarse Lenin o Hitler, Pinochet o Fidel, Pablo o Carles.

Pablo condena el sistema, ansía el poder y tiene su grupo de fieles, apareciendo como el salvador del pueblo. Carles llegó al poder y se presenta como el mesías de su "nación", se resiste a ser desposeído del mismo y cree que logrará ejercerlo de nuevo porque él es el que guía a su pueblo a la liberación; en estas ideas le refuerzan sus seguidores.

Carles y Pablo muestran un tironcillo mesiánico. Esperamos que no sea tan fuerte que nos arrastre a ser "salvados". Lo que es posible, porque en época de crisis los salvadores elevan sus estandartes que pueden ser muy atractivos.

Nos pasa lo mismo a los "canis" domésticos, que si aprieta el hambre por la crisis, podemos formar manadas de perros asilvestrados con un jefe poderoso, el salvador.


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