viernes, 10 de octubre de 2014

LAS TARJETAS NEGRAS

        Te voy a contar, querido  Chindas, cómo un cuento que en mi infancia me hacía estar expectante y temerosa, es actualidad ahora, como seguramente lo era en la época del relato: Alí Babá y los cuarenta ladrones
       Alí Babá era un trabajador sencillo y sin ambiciones, tal vez muchos días su familia tenía hambre, pero... le llegó la oportunidad de "mejorar un poquito" sisando a unos ladrones (¿no dicen que quien roba a un ladrón tiene cien días de perdón?), y cayó en la tentación de ser un ladrón menor, aunque él no se consideró nunca uno de ellos ni su familia tampoco.
            Como es normal en este mundo que habitamos, las cosas se saben y, poco a poco, aquella cueva donde estaba el tesoro fue descubierta y el descubridor que con cautela y sencillez se iba llevando pequeños montones de monedas o joyas también fue descubierto por alguien menos necesitado pero más ambicioso y, para que no le delatase, éste le dijo cómo llegar a ese mundo de riqueza a su alcance. El cuento sigue, amigo Chindas, con un final escrito por el autor dando varapalos a los ladrones; pero el paralelo con quienes hoy día guardan sus robos fuera de nuestras fronteras para que nadie sepa la palabra clave que les descubra sigue sin saberse del todo.
            Tarjetas negras llaman al último rastro de los caballos de los ladrones, pero ¿son 40, cuántas tinas o tinajas les ocultan para ocultar su rostro a la sociedad robada y seguir amparándose en la  oscuridad, para rematar a quienes les van descubriendo? Esperamos que, como en el cuento, alguien como la mujer de Alí Babá, llamada Luz de Noche, aunque ladroncilla por lo que decimos anteriormente, empiece a usar el cacillo de la cocina y dé en la testa a estos falsos mercaderes que nos intentan vender su imagen de Señores.
            Son muchas las historias que están cercenando a nuestro país e impasibles o a pedradas y  vocinglería, seguimos despertándonos con más ladrones unidos a la banda de disimulada apariencia.
            Sólo una cosa más, amigo Chindas, ladra un poco para despertar a los dormidos y volvamos al trueque para que no existan paraísos fiscales ni rascacielos económicos de uso privado.

            
     Palabras vanas en elecciones,/ esfuerzos por convencer./ Exige lecciones de honradez demostradas, no afeites y señoríos comprados,/ una casa para cada familia/ una educación para cada infante/ y un honor para la patria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario