jueves, 2 de octubre de 2014

LOS CARDOS

           
       Salir al campo a pasear es un gozo tan grande que le está vetado a nuestro Chindas por su mala acción "gatuna" de la semana pasada. Aunque el título de hoy parece que le viene como anillo al dedo por el castigo, no es este el cariz que queremos darle a nuestro escrito de hoy.
          Los cardos, esas plantas espinosas que embellecen las orillas de los caminos o laderas a los ojos de quienes entendemos la armonía de la flora silvestre y la valoramos de igual modo que la que se viste de colores para acariciar la mirada en jardines o balcones, es más, formando parte del ramillete en el jarrón que adorna cualquier lugar de nuestra casa, le da un toque de especial elegancia.

            Viene el viento y entre tus púas juega al escondite,/ llega el sol y toca tu voz para que sea audible,/ llega también la tarde y dora tus sueños de balanceos.
            Sé que ya no es tiempo de aspirar aromas ni de ceñir en tu testa la cinta malva,/ pero hoy salgo a recoger los últimos testimonios de tu presencia/ para entrelazar en ellos la luz diminuta del  belén que se gesta/ y les haga suspirar formando estrellas.
            Cardos sosegados y en silencio junto a hierbas secas adormecen/ cayeron sus colores, azules-violeta, amarillos, blancos... y sólo el brillo de la luna sobre ellos les realza.
            Aunque suene a visión ilusa ¡qué sorpresa! un pétalo de amapola se ha abrazado a una de tus púas sin que tú la punces/ y no sé si es su color el que se refleja en ti o es que te has ruborizado./ Vuelvo a encontrar el verano a tu lado estando en otoño/ y reafirmo mi mano en tu tallo hasta colocarte junto al pueblo que se allega al portal en ese nacimiento.

            El rocío volverá a ti cada mañana como un beso del Dios-Niño que se anuncia. Cardo de caricias protegido de la lluvia y la nieve. Planta del estandarte de la vida que decora con donaire los paisajes de mi tierra.

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