Chindas, hoy te has escapado por
las calles y estoy muy enojada contigo, igual que tu amo al que miras a
distancia para que no pueda llevarte a casa. Tal vez también ha llegado tu
momento de buscar "encuentros" como sucede con los ciervos, corzos y
demás cérvidos.
Atracción
turística en el norte para oír la berrea, contemplar si es posible esa lucha de
los machos jóvenes por arrebatar el harén al macho hasta ahora dominante y
paladear esa sensación, que no sólo a ellos, hace soltar adrenalina en las
montañas palentinas.
El
aire se llena de sonidos que aglutinan pasión, mensajes y fortaleza. Llamada al
encuentro que da plenitud a su existencia; hembras con el remusguillo amoroso
en expectativa, ser parte del harén del ganador es el gozoso esperar de cada
otoño. Tierras ocres enmarañadas con verdes azulados de árboles y arbustos,
cascadas de frenesí sobre sus patas, presencian el enfrentamiento de los machos por conseguir el trofeo del
dominio sobre las débiles y deliciosas hembras que agrandan sus ojos ante su
figura de cornamenta elegante llena de significado.
Seducir
"berreando" es música de altura llena de aromas de tomillos, brezos,
tierra húmeda y jaras de colores. Armonía en la bravura de los choques astados,
juego azorado entrelazando puntas, ímpitu de ansiedad dominante. Laderas
mostrando las siluetas de las expectantes "damiselas" que con el
corazón en vilo esperan la victoria del amado en potencia. El azul del cielo corona
sus testas dando al paisaje el orgullo de la belleza sin mácula. En el
atardecer son los tonos rosáceos tachonados, que el sol deja de regalo a la
magnífica victoria del ganador, los que agrupan la manada que pertenece al
nuevo dueño de sus amores.
Berrea,
llanto dolorido del vencido, decadencia emocional que envejece sus ansias de
rejuvenecer cada otoño, de ser señor y dueño del harén logrado. Berrea,
colorido del celo que alcanza el éxito del apareamiento y acrecienta el placer
de la victoria.
Tú
y yo, amigo Chindas, desde este pequeño lugar que habitamos el único gemido que
conocemos en esta época es el de los gatos por la noche, que igualmente luchan
por una gatita saliendo maltrechos, con arañazos por todas partes y no sabemos
si triunfadores o vencidos.
Eco en los peñascos de bramidos impactantes/ retumbar de
gargantas que suavizan su llegada a las orejas erizadas de la primavera otoñal.
Cántico que amanece con esperanza y termina al atardecer llenando de fertilidad
la vida.
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