viernes, 2 de octubre de 2015

UNA SANTA EN ZAPATILLAS

       Tal vez, querido lector, digas que ya está bien de hablar de la santa castellana, pero siempre hay un pero que justifica dedicarla una líneas. Primero, por ser una mujer de Castilla la Vieja con arrestos para renovar determinadas cosas a su alcance que precisaban reforma y, segundo, por su  habilidad con el cálamo en la descripción de sus pensamientos.
            Quinientos años balanceando su figura, biografía contada de mil maneras, entredichos y apasionados relatos de espiritualidad hacen de esta monja una excepcional persona que convivió a ras de calle con las gentes, que lloró y sufrió la incomprensión, que adelantó el futuro haciendo caminos nuevos.
            Teresa de Cepeda, en su convento llamada Teresa de Jesús, supo descalzar sus pies para pisar la realidad, vestir el tosco sayal pardo para que su cuerpo no se acomodase a las finas telas del mundo fácil y dirigir con sabiduría a sus fieles, dando al mundo un ejemplo a seguir.
            Agua clara que mana de las montañas del alma baja a raudales y con timidez llega a las gentes. Ríe el tobogán de la gracia y salpica a su paso, en cascada, a las piedras que en guijarros se quebrantan. El oasis de plenitud que la fe ha creado en torno a la figura de esta monja andariega, como llegó a llamársela, ayer como hoy, es deleite entrar en él. Ideas claras en su hacer aparecen como palmeras sobresaliendo, intentando que el celeste horizonte roce sus vidas, mientras el agua limpia y transparente de su legado carmelitano refleja la profundidad y sensibilidad de su entrega. "Quien obra puede equivocarse, pero quien no hace nada ya está equivocado".
            Ávila y Alba de Tormes festejan como mejor saben este V centenario de su nacimiento, exposiciones, recuerdos..., el corazón de la santa sigue latiendo al compás de la fe, de la curiosidad y de la admiración de cientos de turistas. Frases suyas quedan grabadas como mensaje cultural: "Lee y conducirás, no leas y serás conducido." Inteligencia en época de sequía, especialmente para las mujeres. Izar la bandera de la educación le costó esfuerzo y tenacidad para luchar contra corriente. Siglos ha costado reconocer estos valores.
            Sí, Chindas, esta monja usó su vida en pro del prójimo, remarcó la fe con aires nuevos de profundidad y respeto, de desobediencia obediente y, como solía decir," de devociones absurdas y santos amargados, ¡líbranos Señor!". Dicen que era de carácter abierto y jocoso, muchas de sus frases recogidas lo demuestran.

            Santa que en zapatillas emprendió el camino eterno/, acá quedó el cálamo solitario en el tintero/, páginas en blanco esperando su regreso/. Queda la luz apagada/ queda la vida en silencio/. Hoy las campanas voltean pero sonando a vítores en su recuerdo/ tañen con algazara porque cuando la bondad se recuerda/ para qué sonar a desencuentros.

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