Querido Chindas:
Como
te prometí te vuelvo a escribir esta semana. Rayando ya la Navidad, el panorama
no es más halagüeño de lo previsto. Las pocas hojas envejecidas de los árboles
apenas se tienen en pie y sin fuerza suficiente para seguir adheridas a las
ramas del árbol de la historia. ¡Vivir para ver! Hay nubes y nubarrones
desperdigados por el cielo, dando gritos en su comunicación con los terrestres
y, a pesar de su bronca voz, para muchos es una delicia oírlos.
Si,
Chindas, la incongruencia tiene ese semitono de placer y las gotas que empiezan
a romper su cápsula transparente se anonadan y esperan el rayo de sol que las
haga brillar. Como sabes estamos a escasas horas de la fiesta entrañable,
familiar y religiosa del Nacimiento del Señor; para los cristianos con un
significado muy profundo, y los no creyentes asumen con gusto estas fechas por
su connotación vacacional.
Ya
ves, amigo mío, hasta el calendario busca hechos de entendimiento y bienestar
para todos respetando ideas y dando gozo. Vendrá el nuevo año con sus galas y
placeres volviendo a estrechar lazos de amistad y cariño, al menos en los
deseos de felicitación. Ya falta menos para la primavera aunque acabamos de
empezar el invierno; optimismo que no falte.
Sé
que tú sigues encerrado en tu corral, enojado porque tus escapadas traen
consigo este encarcelamiento, pero... tú te lo buscas. Ironía del destino que
somete la voluntad perruna a un amo.
Como tú también eres parte de
nuestras vidas, empieza a soñar con un hueso estupendo de lechazo que si tiene
algo de carne te sabrá a gloria, nunca mejor dicho, por la fiesta.
Cayó
al fin la tormenta pero los rosales siguen brotando capullos, es posible que
abran sus corolas dando aroma y color antes de que el granizo los cierre para
siempre. Deleitarse uno con la esperanza es algo inigualable, tan íntimo es ese
placer que incapaz es el hedonismo y la ambición de aniquilarlo. Sabemos desde
niños que tras la tempestad viene la calma y es, en estos momentos, el estímulo
que hace presagiar la bonanza.
Voy
a terminar esta epístola porque si la relees te dará que pensar, supongo. ¡Ah!
pero como buen comunicador que eres te voy a pedir uno de esos ¡guauuus.....us!
tuyos para que nuestros lectores (por algo es una carta abierta) reciban
nuestra felicitación y el deseo de que en sus familias vivan la paz y la
alegría revestida de salud y mucho cariño.
¡Ea!
ya está dicho todo. Un abrazo.
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