Pacíficamente los ojos duermen en su paraíso de luz. Tropiezos de
nervios los despiertan bruscamente. Crujen las sonrisas haciendo daño desde la
lejanía del descanso.
Batallas de sueños y pastillas amaneciendo. Lágrimas de dolor en el
reparto de trofeos. Espejo del aseo, reflejando, compartiendo. Mirada triste,
párpados rojizos transfigurando el rostro. Lento avanzar apoyando la esperanza
de palpar al sol que lucha por abrirse camino entre las nubes.
Lágrimas rotas en medio de la noche. Un leve movimiento basta para
acelerar los pasos y chocar súbitamente con el artilugio de campanillas del
sistema nervioso, volteando y gritando las musicales partituras de los ayes.
Cual palomas espantadas en la oscuridad, vuelan las lágrimas hasta caer
henchidas en la mesa del escritorio, se hermanan con el papel y un rictus
salvaje se apodera del momento.
Cristalinas y húmedas llevan consigo trozos de dolor; diría que se
alivia el cauce desasosegado por la hartura de reflejos acumulados en el núcleo
pinzado.
Sollozos a escondidas en la oscuridad que tortura. Un día sigue a otro
día lacerando las entrañas del bienestar, arrugando la piel hasta que los
surcos rebosan, amalgamando la angustia con el desaliento.
Amanece y un hálito de esperanza quiere mover la pierna presa de esta
ciática traicionera, pero es un espejismo de la imaginación. Un lamento cruel
se vuelve a colocar al lado de la muleta, que dócilmente ofrece su brazo para
ayudar a caminar.
Cajas de colores, según laboratorio, se apilan en la mesa ofreciendo sus
dones de alivio. Jeringuillas traviesas las siguen en pausada espera. Voluntad
no les falta y el cuerpo doliente se deja querer, pero todo es en vano, su
bondad no surte efecto y la hernia causante sigue en su sentada desafiante.
Protestona ha salido además de dominante.
Reloj y calendario se alían desmotivando. La actividad y el humor se
detienen sin visos de seguir la ruta prevista. Pasaporte roto que invalida la
salida a corto plazo. Llanto de nuevo por el transitar entre vericuetos del
deseo y la realidad.
Lágrimas despertando los sentidos, lavando las mejillas, nacarando el
rostro. ¡Hasta cuándo!
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