Atrás
quedaron los redobles de tambores que anunciaban el espectáculo
religioso que recorría las calles, silencio y oración de fieles
entremezclado con la expectación de los “turistas” del arte y
las tradiciones.Días
de ocio que masifica pueblos y ciudades; escenario proclive para los
fanáticos que se inmolan proclamando la grandeza de su dios,
llenando de sangre, dolor e incertidumbre a la sociedad. Calles,
alfombras recogidas por las carreras, los atropellos de la huida, el
temor, la angustia y las lágrimas.
Accidentes
que adelantan la siega mutilando las espigas apenas iniciada su
juventud verde esperanza. Hechos voluntarios de masacres o
involuntarios de la prisa, de las carreteras que acercan a la playa,
la montaña, los pueblos. Salidas para el gozo que se transforman en
luto. Fanatismos de acelerada carrera por conseguir objetivos,
rompiendo el horizonte de la convivencia
Semana
con voces que dañan los tímpanos de la sociedad, de las familias,
de la vida. Bandera ondeando al viento su clamor de libertad, roja y
negra. Sangre y dolor. Paz amenazada por la ambición de los
promotores de guerras, salidas masivas de ciudadanos golpeados por la
negligencia y el despotismo de sus gobernantes, o esa otra cruzada
que aniquila la mente hasta la inmolación, que arrastra tras de sí
a inocentes víctimas de sus alucinaciones. Toda religión que no
lleve en su escudo el símbolo de la paz y la unidad es falacia que
esconde su intención de dominio absoluto.
Primavera
con lluvia y frío asomando su rostro entre flores marchitas y velas
encendidas. Ecos de campanas que lloran sobre el pañuelo blanco del
aire.
Semana
con altavoz que acentúa la alarma, que grita educación, que desvela
los secretos del silencio anodino de la indiferencia ante hechos como
los vividos porque directamente no nos afectan.
Campos
resurgiendo, regados por las manos idas y soleados por el sentir
unánime de la unidad, el respeto y la solidaridad. Flores silvestres
aromando, recónditos oasis que a ras de suelo gritan el renacer de
la belleza y la esperanza de vivir en paz. Manos blancas acompañando
la libertad.
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