jueves, 1 de septiembre de 2011

La boda de Noelia

Igesia de San Miguel
El viernes 12 de agosto venimos por el Canal cuando ya sopla un poco de viento que refresca la tórrida tarde que acaba. Es el cierzo. Hay más coches aparcados en las calles, jóvenes y algarabía. Ya de noche me estremece el estampido de cohetes. El anuncio es claro: mañana se casa Noelia.


La noche tranquila y callada de Requena, hoy se ha transformado con los gritos, risas y ruidos de los amigos de los novios que en el local cultural y en la plaza del ayuntamiento despiden una etapa de los enamorados y anuncian otra hasta las primeras horas de la mañana.
El pueblo está radiante, las calles limpias, la puerta y la fachada de la casa de la novia enramada, la iglesia con su retablo iluminado con nuevos focos, llena de flores y alfombrada. Todo está dispuesto.
En la tarde ya no hay calle que no esté atestada de coches, hay casi tres centenares de invitados. Novio y familiares, invitados y todo el pueblo está en la calle esperando ver pasar a la novia del brazo de sus padres. Compañeros militares del novio hacen los honores. La ceremonia, con el templo repleto, está presidida por un misionero, mientras un nutrido coro le pone alegre música.
Bajo veladores de sombra instalados en la plaza, los nuevos esposos, los invitados y todo el pueblo comparten con alegría un muy sustancioso refrigerio. Ya poniéndose el sol el pueblo se vacía de gentes y de coches. Mientras, los invitados se han dirigido a un hotel para la cena nupcial.
Este ha sido uno de los acontecimientos del verano, ha habido otros como las fiestas, pero no podemos comentarlos todos.
La boda ha sido extraordinaria. El pueblo entero, con sus habitantes fijos y los habituales del verano ha estado presente y no como sujeto ajeno que contempla los actos desde fuera, sino como algo suyo, la boda de Requena. Y ha habido felicitaciones sinceras, cariño y alegría.

Dos cosas comentamos entusiasmados de este acontecimiento:

Que aún en épocas oscuras, de crisis, de problemas, hay tiempo para el regocijo, el festejo, la fiesta, el amor. Y que esto no es una escapatoria, una evasión, sino fuerza para vivir que nos hace más decididos y animosos para enfrentar las dificultades. Los Jeremías con el rostro inundado por el llanto no son los mejores guías para llegar al objetivo, pues tienen la vista nublada y el ánimo reblandecido.

Que el dinero es necesario para poder realizar lo que nos proponemos. En esta boda un gasto generoso alimentó la participación, el gozo. Pero el dinero no es el objetivo ni su cantidad garantiza lo mejor. Un nivel sencillo o medio de recursos es suficiente. Sinceramente, no nos imaginamos que la boda de un magnate financiero pueda conseguir tanta espontaneidad, tanta integración en el regocijo y que le siga una estela de recuerdos, de comentarios tan positivos.

4 comentarios:

  1. ¡Y cuánto Jeremías hay en estos momentos! No aportan nada y nos amargan a los demás

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  2. Gracias por expresar con tanto acierto lo que vivimos y sentimos ese día tan bonito.

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  3. LEYENDO HOY ESTE PARRAFO DE ESE GRAN DIA QUE FUE PARA NOSOTROS. ME SIRVE DE SATISFACION QUE ALGUIEN DESCRIBA DE ESA FORMA UN DIA TAN ESPECIAL. YA DE ESTE DIA SE HAN CUMPLIDO 2 AÑOS Y VAMOS PARA 3 AÑOS SI DIOS QUIERE. GRACIAS POR INMORTALIZAR EN TU BLOQ LO QUE FUE ESE DIA TAN MARAVILLOSO. UN FUERTE ABRAZO

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